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DANZA DA SANTA CRUZ DE LAMAS. Gal. Propia de la parroquia de Santa María de Lamas en el municipio de Xinzo da Limia (Ourense), constituye una de las manifestaciones coreográfico-musicales más significativas de la tradición festiva local. Esta danza se ejecuta en torno a la festividad de la Santa Cruz y combina elementos religiosos, rituales y lúdicos, representando un vínculo entre devoción comunitaria y expresión popular.

En la interpretación de la danza, las castañuelas ocupan un papel central como idiófonos de entrechoque manual. Las danzantes las utilizan para marcar el compás de los pasos y acentuar cada gesto coreográfico, creando un entramado rítmico que se entrelaza con los sonidos de panderetas, tambores y, en ocasiones, flautas o gaitas locales. El sonido vivo y punzante de las castañuelas refuerza el dinamismo de la ejecución.


DANZA DA VIRXE DAS NEVES DE BARRAL. Gal. Danza tradicional procesional que se celebraba los días 4 y 5 de agosto en la parroquia de Barral, en Castrelo do Miño, Ourense, en honor a la Virgen de las Nieves. Pertenece al grupo de las llamadas "danzas blancas", ritos populares de carácter religioso y agrario vinculados a las fiestas patronales. La danza contaba con la participación de ocho hombres, aunque posteriormente también la bailaron mujeres, y se realizaba al ritmo de gaitas, castañuelas y otros instrumentos, integrando figuras como la reverencia, el pauloteado, la puente, la cruz, la serpentina y las fitas, donde los danzantes entrelazaban cintas alrededor de un palo rematado con un muñeco. La inclusión de las castañuelas acentuaba el ritmo y la expresividad de los movimientos, reforzando la solemnidad y el carácter ritual de la danza. La última representación documentada tuvo lugar en 1972, siendo hoy una tradición de gran valor cultural y patrimonial para la parroquia y el municipio.


DANZA DA VIRXE DO LIBRAMENTO. GalTradición ritual del municipio de Arbo (Pontevedra), vinculada a las fiestas en honor de la Virgen del Libramiento. La danza acompaña la procesión con un grupo de hombres vestidos de blanco que ejecutan pasos coreografiados al ritmo de gaitas, tambores, tamboril y castañuelas, combinando movimientos ceremoniales y figuras en torno a la imagen. Se considera una de las variantes de las danzas brancas gallegas, conservada como expresión devocional y festiva del folclore local.


DANZA DE ALDÁN. Gal. Manifestación tradicional de la localidad de Aldán (Cangas do Morrazo, Pontevedra), interpretada durante las festividades patronales en honor a San Roque y el Santísimo Sacramento. Se trata de una danza procesional de estructura colectiva, en la que los danzantes —habitualmente hombres— ejecutan movimientos rítmicos y coreografías con acompañamiento de gaita y tamboril. El rasgo más característico es el uso de castañolas, percutidas con vigor para marcar el compás y realzar el carácter solemne y ceremonial de la danza. Su empleo confiere al conjunto un marcado componente sonoro y visual, que la vincula con otras danzas de palos o entrechoque del ámbito galaico-portugués.


DANZA DE ANCEU. Gal. En el municipio de Ponte Caldelas (Pontevedra), constituye una de las expresiones coreográfico-musicales más características del ciclo festivo gallego. Tradicionalmente asociada a las celebraciones patronales, esta danza se ejecuta en procesión y en el atrio de la iglesia, combinando elementos de devoción, espectáculo y cohesión comunitaria.

Cada danzante porta un par de castañuelas que hace sonar con precisión, marcando el compás y acentuando los movimientos coreográficos. El entrechocar ágil y regular de las piezas produce una textura sonora brillante que dialoga con los toques de panderetas y tambores.


DANZA DE ARCOS DE COVAS. Gal. Municipio de Meaño (Pontevedra), en el marco de las fiestas de San Bieito de Cambados. Forma parte del grupo de danzas brancas gallegas, caracterizadas por su indumentaria clara, estructura procesional y el acompañamiento de instrumentos tradicionales.
Los danzantes, todos varones, portan arcos ornamentados con flores y cintas, que entrecruzan en diversas figuras coreográficas al ritmo de la gaita y el tambor. Cada bailarín lleva además un par de castañolas, cuyo repique constante marca el compás y aporta la textura rítmica fundamental de la danza. Las castañolas no sólo acompañan la música, sino que refuerzan los gestos del baile: su sonido agudo subraya los cruces, las reverencias y los pasos de enlace entre las figuras, creando un diálogo sonoro entre el movimiento, los arcos y los instrumentos.
El vestuario habitual incluye camisa y pantalón blancos, faja de color y sombrero de paja con cintas, elementos que vinculan esta danza con otras manifestaciones similares del litoral pontevedrés. Aunque su origen exacto no está documentado, su conservación demuestra la continuidad de una tradición local en la que las castañolas desempeñan un papel esencial como instrumento de entrechoque.

DANZA DE ESPADAS. ANDÉVALO. HU. Antigua danza ritual del Andévalo onubense, conservada en las localidades de Alosno y Puebla de Guzmán, donde forma parte esencial de las fiestas patronales dedicadas a San Antonio y a Nuestra Señora de la Peña. Según documenta [García/Arredondo, 2012], es una danza colectiva, pública y masculina, conducida por un guía o cabeza que ordena las figuras, mudanzas y desplazamientos. Los danzantes portan espadas que, además de su valor simbólico, se convierten en instrumentos sonoros al entrechocarlas entre sí o al raspar el suelo con ellas. Acompañan sus pasos con el toque del tamboril y de la gaita, cuya melodía rítmica sostiene el movimiento continuo del grupo. En algunas ocasiones, junto a las espadas se utilizan palillos o castañuelas, que los propios danzaores hacen sonar en perfecta coordinación con el tamboril.

DANZA DE ESPADAS DE REDONDELA. Gal. En la provincia de Pontevedra (Galicia), es una manifestación tradicional que forma parte esencial de la festividad de  a Festa da Coca, celebrada en torno al Corpus Christi. Según la leyenda que inspira el espectáculo, un dragón llamado “Coca” asolaba la villa raptando mujeres hasta que jóvenes marineros lo derrotaron, liberaron a las prisioneras y, en señal de victoria, ejecutaron una danza con sus espadas alrededor de la bestia. 
En esta danza participan un grupo de danzantes que visten camisa y pantalón blancos, faja de color (generalmente roja, verde o azul) y, junto a las espadas (en la actualidad de madera pintada sustituyendo las antiguas de acero), portan pares de castañuelas que acompañan cada movimiento coreográfico. 
 Las castañuelas en la Danza de Espadas de Redondela cumplen una función rítmica primordial: al entrechocarlas en la muñeca mientras manejan las espadas, los danzantes marcan el compás y refuerzan el gesto de cada figura, desde el entrelazado de espadas hasta el movimiento circular del grupo. Este entrechoque sonoro se integra con la melodía de gaita y tamboril que acompaña la coreografía. 
La continuidad de este uso pone de manifiesto que los idiófonos de entrechoque forman parte de la tradición popular gallega ligada a las danzas festivas. Finalmente, la Danza de Espadas de Redondela alcanza su momento culminante en la plaza durante la procesión de la Virgen “A Gabacha”, atravesando calles alfombradas de flores, cerrando así una celebración que combina devoción, mito, danza y música. 

DANZA DE LA VIRGEN DE LA RÁBIDA. HU. Danza tradicional de Sanlúcar de Guadiana, interpretada en honor a la Virgen de la Rábida, que conserva los rasgos esenciales de las antiguas danzas de carácter ritual del Andévalo onubense. Los danzantes portan arcos ornamentales adornados con cintas y flores, y acompañan sus movimientos con el sonido de los palillos o castañuelas, cuyo ritmo se ajusta al toque del tamboril y a la melodía de la gaita o flauta de tres agujeros. El conjunto de sonidos y figuras crea una coreografía solemne y luminosa, donde el entrechocar de los arcos, el repiqueteo de las castañuelas y el tambor marcan la cadencia de una ofrenda colectiva a la Virgen. 

DANZA DE LA VIRGEN DE LA ESPERANZA. Danza tradicional de Cumbres Mayores, en la Sierra de Huelva, celebrada en honor a la Virgen de la Esperanza. Se ejecuta durante las festividades religiosas con un grupo de danzantes varones dirigidos por un guía o cabeza, acompañados por la música del tamboril y de la gaita o flauta de tres agujeros. Los bailarines tocan palillos o castañuelas, que con su repique constante marcan el mismo pulso que el tamboril y el paso de los pies, integrándose plenamente en la textura rítmica de la danza. El sonido de las castañuelas, junto al de los tambores y las voces, refuerza el carácter solemne y devocional del conjunto.

DANZA DE LAS CASTAÑUELAS. Manifestación tradicional del municipio de Breña Alta (isla de La Palma, Canarias), considerada una de las expresiones más singulares del folclore palmero. Se trata de una danza ritual vinculada a las celebraciones navideñas, en la que las castañuelas desempeñan un papel protagonista tanto como instrumento de percusión como elemento coreográfico. El grupo está formado por dos secciones: los tocadores —que ejecutan castañuelas, triángulo, tambor palmero, flauta, pandero y acordeón (antiguamente órgano)— y los llamados pastores, quienes danzan acompañados de las castañuelas y los sones del sirinoque y el tajaraste, sin apoyo de canto.

Según [Hernández, 2011], el origen documentado de esta danza se remonta al siglo XIX, cuando el pintor Ubaldo Bordanova describió en 1899 la Nochebuena de Breña Alta como una celebración llena de instrumentos pastoriles, entre ellos una “multitud de castañuelas” tocadas por hombres y niños en la iglesia. Este testimonio confirma la antigua presencia de las castañuelas en el repertorio musical palmero, asociadas a las fiestas religiosas y procesionales.

Con el tiempo, la difusión de otras danzas con instrumentos de cuerda relegó el uso de las castañuelas, hasta casi su desaparición. Sin embargo, en Breña Alta se ha mantenido su práctica gracias al esfuerzo de la comunidad local y al apoyo del Ayuntamiento, que organiza cursos para preservar y transmitir el toque y la danza tradicionales. En la actualidad, la Danza de las Castañuelas ha trascendido su contexto navideño y participa en romerías y actos populares, como la de Nuestra Señora de El Socorro en Breña Baja.


DANZA DE LAS LANZAS. HU. Manifestación ritual y festiva del municipio de El Cerro de Andévalo, en honor a San Benito Abad. Según documenta [García/Arredondo, 2012], es una danza colectiva, masculina y de profunda raigambre religiosa, donde los danzantes portan lanzas que se convierten en extensión de su cuerpo y símbolo de fuerza y devoción. La música es interpretada por el tamborilero con gaita o flauta de tres agujeros y tamboril, y marca el ritmo constante sobre el que los danzaores ejecutan sus pasos y figuras. Los movimientos se organizan en mudanzas que alternan momentos de recogimiento y de exaltación, acompañados por los golpes rítmicos de los pies y el sonido metálico de las lanzas al entrechocarse. En determinadas partes de la danza, los bailarines hacen sonar también palillos o castañuelas, integrándolos en la textura rítmica del tamboril. Durante la romería, los Lanzaores, junto a la Mayordoma, las Jamugueras y los Silletines, realizan la danza en la explanada del Real de la ermita.


DANZA DE LOS CIROCHOS. HU. Antigua danza ritual del Andévalo onubense, conservada en las localidades de El Almendro y Villanueva de los Castillejos, donde se interpreta durante la romería en honor a la Virgen de Piedras Albas. Según documenta [García/Arredondo, 2012], su nombre procede del sonido característico que producen los palillos o castañuelas que los danzantes hacen sonar con precisión junto al toque del tamboril. La música, ejecutada por el tamborilero con gaita o flauta de tres agujeros y tambor, marca el ritmo de los pasos y guía las mudanzas que los hombres realizan de forma colectiva, alineados o en corro, siguiendo las órdenes del guía o capitán. En esta danza, los palillos no son sólo acompañamiento rítmico, sino parte esencial de su identidad sonora, pues su repiqueteo continuo imprime carácter, energía y cohesión al grupo. 


DANZA DE LOS PALOS.VILLABLANCA. HU. Danza tradicional de Villablanca, en la provincia de Huelva, que se ejecuta durante la romería en honor a la Virgen de la Blanca. Según documenta [García/Arredondo, 2012], se trata de una danza colectiva de hombres, conducida por un guía, en la que los danzantes portan palos que utilizan tanto para formar figuras como para producir sonido al entrechocarlos. La música, interpretada con gaita o flauta de tres agujeros y tamboril, sostiene el ritmo preciso de los pasos y acompaña la ejecución de las mudanzas. Los bailarines tocan además palillos o castañuelas, adornadas con cintas de colores, que refuerzan el pulso del tamboril y se funden con el tintineo de los cascabeles. 


DANZA DE SAN ROQUE DO HÍO. Gal. Danza tradicional que se celebra cada 16 de agosto en la parroquia de O Hío, en Cangas, Pontevedra, dentro de las fiestas en honor a San Roque. Considerada una de las manifestaciones folclóricas más representativas del Morrazo, la danza se desarrolla frente al crucero de O Hío y combina movimientos ceremoniosos con la música de gaita, tamboril y el característico acompañamiento de castañuelas, que marcan el ritmo y acentúan la solemnidad de los pasos. Participan hombres organizados en filas de galanes y damas, todos originarios de la parroquia, bajo la dirección de un guía experimentado. 


DANZA DE SAN SEBASTIÁN. HU. Danza ritual de la localidad de Cabezas Rubias, en el Andévalo onubense, celebrada en honor al santo mártir durante sus fiestas patronales. Según documenta [García/Arredondo, 2012], se trata de una danza masculina, conducida por un guía o capitán, en la que los danzantes portan espadas que manejan con destreza para formar figuras y mudanzas, entrechocándolas con precisión como parte de la coreografía y del acompañamiento sonoro. La música, interpretada con gaita o flauta de tres agujeros y tamboril, sostiene el ritmo firme y continuo sobre el que se ejecutan los pasos. En determinados momentos, los danzantes tocan también palillos o castañuelas, cuyos golpes rítmicos se funden con el tambor y refuerzan la energía del conjunto. 


DANZA DE SEARA DE MONTES. Gal. Pertenece al conjunto de las danzas brancas de la provincia de Ourense. Se celebra en la aldea de A Seara de Montes, parroquia de Seixadas (Cartelle), durante las fiestas patronales dedicadas a San Vitorio, San Roque y la Virxe da Estreliña. Su origen es votivo: una ofrenda de los vecinos a los santos protectores del lugar.

Transmisión familiar, devoción y música popular se combinan en una coreografía guiada por la figura del Avutarda, que conduce las distintas partes —reverencias, cruces, paloteo, serpentina y trenzado de cintas— al son de gaita, bombo y tambor. Los danzantes, todos varones, visten pantalones rojos, camisa blanca y sombrero de paja con cintas de colores; el guía se distingue por su chaleco de corteza adornado con una cruz.

Elemento esencial son las castañolas, que los danzantes hacen chocar rítmicamente para marcar el compás junto a los instrumentos de viento y percusión. Su sonido agudo y entrecortado añade vivacidad al conjunto y refuerza el carácter festivo de la danza, siendo uno de los rasgos más característicos de las danzas brancas ourensanas.

Aunque estuvo interrumpida durante algunos años tras la Guerra Civil, fue recuperada gracias al maestro Antonio Vázquez Rodríguez y a la memoria de su padre Evaristo. Hoy sigue considerándose una de las manifestaciones más singulares del patrimonio coreográfico tradicional gallego.


DANZA DE LES LLAURADORETES. CS. Baile gremial femenino de las Fiestas Sexenales de Morella, complemento y reflejo de la danza dels llauradors, con la que comparte ritmo, estructura y simbolismo. Documentada por [Milián, s/f], está compuesta por nueve niñas que evolucionan al son del gaitero, tañendo castañuelas en una mano y sosteniendo en la otra una cesta con flores y frutos, símbolo de la fertilidad y de la ofrenda del trabajo humano a la Virgen de Vallivana. Visten sayas lisas, mantones de manila cruzados y adornos en el peinado, formando un conjunto armónico que une gracia y devoción. Su coreografía reproduce los movimientos agrícolas y el sentido de comunidad que caracterizan la vida campesina, mientras las castañuelas marcan con su repique el pulso de la fiesta y la continuidad del rito. 


DANZA DE LOS CASCABELEROS. HU. Danza ritual del Andévalo onubense, practicada en Alosno durante la festividad de San Juan Bautista, que se ejecuta al amanecer tras la alborá por hombres y niños que se incorporan al amplio coro frente a la Casa de Hermandad. 

Según [García/Arredondo, 2012], los cascabeleros realizan las Mudanzas y la Folía acompañados por la gaita —flauta de tres agujeros— y el tamboril, y su paso responde a un pulso rítmico constante marcado por el tambor; los propios danzaores tocan palillos o castañuelas, engalanadas con cintas de colores y madroños, mientras que los cascabeles cosidos al traje o sujetos a las cintas aportan un tintineo que engrasa la energía del movimiento y señala los cambios de mudanza. En la ceremonia, la vara del Maestro de Ceremonias remata con cascabeles cuyo sonido anuncia la transición entre toques.


DANZA DELS LLAURADORS. CS. Baile gremial de las Fiestas Sexenales de Morella, perteneciente al antiguo gremio de labradores y considerado una de las expresiones más representativas del folklore local. Según documenta [Milián, s/f], está formada por nueve niños vestidos con pantalón corto y festoneado, camisa y chaleco blancos y un gorro de dos picos ricamente adornado. Evolucionan al son de la gaita y el tamboril, tañendo castañuelas que marcan el compás con energía y precisión, mientras ejecutan pasos y giros de estructura rítmica sencilla pero de gran plasticidad. La danza simboliza la gratitud del pueblo agricultor hacia la Virgen de Vallivana, patrona de Morella, y la continuidad de los oficios que sostienen la vida comunal. Su origen medieval y su carácter gremial la emparentan con otras danzas de labradores del ámbito valenciano, pero en Morella conserva una singularidad inconfundible: la fusión de devoción, identidad campesina y música popular, donde las castañuelas se convierten en el latido sonoro de la tierra agradecida.


DANZA DELS TEIXIDORS. CS. Baile gremial tradicional de las Fiestas Sexenales de Morella, vinculado al antiguo oficio de los tejedores y documentado en [Milián, s/f]. Esta danza, ejecutada por niños ataviados al modo de los tejedores, se caracteriza por su ritmo alegre y simbólico, en el que los participantes trenzan y destrenzan cintas alrededor de una pértiga central, siguiendo el compás marcado por la gaita y el tamboril. Cada danzante sostiene en una mano las cintas y en la otra las castañuelas, que repican con precisión, creando un sonido vivo y entrelazado, semejante al del telar que alude a su origen artesanal. Su sentido es doble: un homenaje a la Virgen de Vallivana, patrona de Morella, y una exaltación del trabajo manual como expresión de la identidad colectiva. 


DANZA DO CRISTAL DE VILANOVA DOS INFANTES. OU. Danza tradicional que se celebra el 15 de septiembre en Vilanova dos Infantes, parroquia del municipio de Celanova, Ourense, en honor a la Virxe do Cristal. Originaria del gremio medieval de zapateros, quienes la ofrecieron a la Virgen en agradecimiento por haberse librado de una peste, la danza combina un carácter religioso y festivo, integrándose en la procesión del encuentro con las imágenes de San Roque y San Sebastián. Participan ocho danzantes, hombres y mujeres del pueblo, ataviados con trajes tradicionales y portando castañuelas, que marcan el ritmo y refuerzan la expresividad de los movimientos. La coreografía incluye figuras como la redonda, la reverencia, el puente, el paloteo y el trenzado de cintas alrededor del mástil denominado “mapola”, culminando con la serpentina y una última reverencia ante la Virgen. Esta tradición constituye un valioso patrimonio cultural y festivo para Vilanova dos Infantes y el municipio de Celanova.


DANZA PROCESIONAL DE CÁDAVOS. OU. En la parroquia de Cádavos del municipio de A Mezquita (Ourense), es una manifestación festiva que combina tradición religiosa y rito comunitario. Se interpreta con ocasión de la festividad del Sagrado Corazón de Jesús —aunque la parroquia está dedicada a Santa María Madalena—, y forma parte del conjunto de las llamadas danzas brancas ourensanas. 

Los danzantes participan en la procesión que parte desde la iglesia hasta una eira o espacio agreste cercano, portando el estandarte y la imagen del Sagrado Corazón, junto al párroco y al pendón de la parroquia. Lo significativo de esta danza es que, además de su carácter procesional, incluye un componente coreográfico estructurado por mudanzas tradicionales —con formación, reverencias y trenzado de cintas— que articula el momento festivo. 

En las mudanzas, el choque simultáneo de las castañuelas por cada danzante sirve para marcar los giros, los cambios de formación y los momentos de reverencia ante la imagen y el estandarte; su sonoridad clara y seca articula el pulso de la danza y conecta la coreografía con el movimiento procesional. Esta presencia rítmica de las castañuelas la sitúa entre las danzas que combinan instrumentos de viento-percusión tradicionales con percusión manual, y refuerza su carácter vivo, comunitario y corporal. 

Aunque el origen exacto de la danza no está documentado, los informantes señalan que pudo practicarse ya en el siglo XVII, aunque solo mediante tradición oral.  En las últimas décadas se han observado dificultades para su continuidad, debido al envejecimiento de la población, emigración y falta de relevo generacional, lo que ha motivado esfuerzos de documentación por parte del Centro de Cultura Popular Xaquín Lorenzo para garantizar su registro. 


DANZA PROCESIONAL DE GÜÍN. Gal. Manifestación ritual de carácter votivo que se celebra en la parroquia de Güín, municipio de Bande (Ourense), con ocasión de la romería de la Virxe da Ponte. La danza acompaña en procesión a la imagen desde la iglesia parroquial hasta la capilla de Ponte Liñares, a lo largo de un trayecto de varios kilómetros en el que los danzantes, dispuestos en dos filas, ejecutan pasos y figuras en momentos determinados del recorrido. La música, interpretada con gaitas, tambores y tamboril, sostiene el ritmo de una coreografía que combina pausas y avances. Los maestros o guías portan paos, castañolas y fitas, elementos distintivos que marcan el compás y completan el carácter simbólico de la representación. Esta danza, una de las llamadas danzas brancas por el predominio del color blanco en la indumentaria de los bailarines, se mantiene viva como expresión de devoción y como testimonio del patrimonio coreográfico tradicional de la comarca orensana.


DANZA PROCESIONAL DE LAZA. Gal. Danza tradicional que se celebra el primer fin de semana de mayo en Laza, Ourense, en el marco de la Festa do Santo Cristo. Forma parte de las danzas procesionales vinculadas a los Maios, combinando rituales paganos y cristianos, y destacando por su carácter festivo y comunitario. Participan seis jóvenes del pueblo, ataviados con indumentaria blanca, gorro, banda celeste cruzada y tela roja en la cintura, portando castañuelas que marcan el ritmo, enfatizan cada movimiento y realzan la sonoridad de la danza. La coreografía incluye figuras como la reverencia, el pauloteado, la serpentina y el trenzado de cintas alrededor del mástil llamado “mapola”. La danza se ejecuta en distintos momentos de la festividad, especialmente durante la procesión del encuentro con las imágenes de Adán y Eva, y constituye hoy un valioso patrimonio cultural y festivo para la comunidad de Laza.


DANZA PROCESIONAL DE XUVENCOS. Tradición ritual del municipio de Boborás (Ourense) que acompaña la romería de la Festa das Mudacións, una de las pocas danzas brancas conservadas en Galicia. Durante la procesión, los danzantes —vestidos de blanco y dirigidos por un guía— ejecutan figuras coreográficas al son de gaitas, tamboril y bombo, marcando el ritmo con castañuelas, palos y cintas. Su origen se remonta al menos al siglo XVIII y mantiene un carácter votivo y comunitario, vinculado a los antiguos gremios rurales. Conserva un notable valor etnográfico como expresión viva del patrimonio inmaterial ourensano.


DANZA Y CONTRADANZA DE DARBO. Gal. Conjunto coreográfico tradicional de la parroquia de Santa María de Darbo (Cangas do Morrazo, Pontevedra), interpretado durante las fiestas patronales en honor a la Virgen. Se compone de dos secciones: la danza, de carácter más solemne y procesional, y la contradanza, más libre y festiva, ambas acompañadas por gaita y tamboril. Los danzantes, organizados en formación, ejecutan movimientos rítmicos acentuados por el uso de castañolas, que se hacen sonar con energía para marcar el compás y resaltar los cambios de figura. Este empleo de castañolas confiere a la danza un timbre profundo y percusivo, característico de las manifestaciones del Morrazo, y constituye uno de los rasgos más distintivos de su identidad sonora.


DANZAS BRANCAS. Gal. En Galicia se denomina así a las manifestaciones rituales populares en las que los participantes suelen vestir prendas blancas en alusión a la pureza o al carácter colectivo de la danza. Tradicionalmente asociadas a gremios o cofradías procesionales, estas danzas se desarrollan en fiestas patronales, romerías o actos litúrgicos. 

En ciertos casos concretos, las Danzas Brancas incorporan el uso de castañuelas o castañolas como instrumento rítmico y simbólico. Por ejemplo, en la localidad de Hío (Cangas-O Morrazo), los bailarines de la conocida “Danza de San Roque” ejecutan el baile tocando castañolas mientras visten camisa y pantalón blancos. 

También en parroquias como Anceu (Ponte Caldelas) se documenta el empleo de castañolas junto a palos, cintas y mimbres en la danza local que entronca con la tradición de las danzas blancas. 

En síntesis, las Danzas Brancas con castañuelas constituyen una de las facetas más visibles del folclore galaico: la vestimenta blanca, la coreografía tradicional y el instrumento de percusión ligero se unen para expresar tanto el rito colectivo como la pertenencia a la comunidad.


DE VICENTE, CARMEN. Intérprete y profesora de castañuelas española. Reconocida como una de las principales especialistas de este instrumento en la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, desarrolló una destacada labor pedagógica, investigadora y artística. Fundó la Escuela de Castañuelas “Carmen de Vicente” en Madrid, que se convirtió en un referente para la enseñanza sistemática del instrumento.

Su método de trabajo contribuyó a dignificar la práctica de las castañuelas en ámbitos profesionales de la música y la danza, con un enfoque académico y moderno que consolidó el instrumento como disciplina autónoma. Además de su faceta docente, participó en recitales, conferencias y cursos especializados, dejando un legado sólido en varias generaciones de intérpretes.

Es considerada una figura clave en la institucionalización del estudio de las castañuelas en España y en su proyección internacional. Para saber más.


DIGITACIÓN. Conjunto de técnicas y secuencias digitales empleadas para producir los distintos golpes sobre las castañuelas, según el orden, función y combinación de los dedos de cada mano. La digitación es un aspecto clave en la ejecución precisa y expresiva del instrumento, y varía según el estilo, la escuela y el nivel técnico del intérprete.
En la técnica bolera, la digitación de la mano dominante suele seguir una secuencia descendente (meñique → anular → medio → índice), aunque pueden emplearse variantes según el efecto buscado. La mano acompañante generalmente utiliza golpes individuales con el dedo medio o anular para el posticeo, priorizando la limpieza y el control rítmico.
Existen digitaciones codificadas para redobles, golpes simples, floreos, llamadas y cortes, que se enseñan progresivamente desde los niveles básicos hasta la ejecución de secuencias complejas en contextos coreográficos o concertísticos. La correcta digitación garantiza velocidad, claridad y resistencia, evitando tensiones innecesarias o vicios posturales.
Algunos métodos pedagógicos introducen ejercicios específicos para reforzar la coordinación entre dedos, la transición entre secuencias y la adaptación de la digitación a distintas dinámicas o acentos. En la enseñanza moderna, se utiliza también el término grafía digital para representar gráficamente estas secuencias en métodos escritos.
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EGLIGH. Según [Pedrell, 1894] nombre de una clase de castañuelas utilizadas por los árabes. Pedrell no aporta más detalles sobre su forma, materiales o técnica de ejecución, por lo que su identificación precisa resulta incierta; sin embargo, la mención sugiere un idiófono de entrechoque manual integrado en las tradiciones musicales árabes.

ÉGLOGA, FRANCISCO DE MADRID. La Égloga de Francisco de Madrid, escrita hacia 1495, constituye uno de los testimonios más tempranos en que aparece mencionada la castañeta dentro de la literatura hispánica. 
El pasaje en que surge la referencia dice así: “Peligro. Daré por tus miedos, Euandro, perdona, / esta castañeta; que mill otros viejos / cuydaron tenerme con tales consejos: / mas hágome vefa de quien lo raçona.” 
En este contexto, la castañeta no aparece ligada al baile ni a la danza, sino como un objeto simbólico que se ofrece al interlocutor en señal de alivio o contraprestación frente al miedo. La presencia de la castañeta en esta égloga confirma que, ya a finales del siglo XV, este idiófono era reconocido culturalmente y podía integrarse en un discurso literario de carácter pastoril.

ENCINA, JUAN DE.  (1468‑1529) Es considerado uno de los más destacados compositores y poetas del Renacimiento castellano. Autor del célebre Cancionero (1496), Encina desarrolló una obra que combina poesía lírica, villancicos y obras teatrales de carácter popular, muchas de ellas vinculadas a celebraciones religiosas y festivas. Su escritura refleja la vida cotidiana y las costumbres musicales de finales del siglo XV en Castilla, integrando instrumentos y recursos sonoros conocidos en la época. 
En el Villancico Ya soy desposado”, incluido en el Cancionero, Encina menciona la castañeta en un pasaje que destaca tanto por su vivacidad sonora como por su valor expresivo: “¡Quánta castañeta, Mingo, por el cielo! /  ¡Y aun qué çapateta dava allí vn moçuelo! / ¡A tremer el suelo!, nuestramo, / ya soy desposado.” 
En este contexto, la castañeta se utiliza como instrumento de acompañamiento rítmico, subrayando el carácter festivo y danzante del villancico. La referencia constituye una de las primeras menciones explícitas de la castañeta en la literatura castellana, mostrando su integración en contextos de entretenimiento, música popular y teatro burlesco. La obra de Encina evidencia que la castañeta, además de su función musical, servía como marca cultural reconocible, capaz de evocar ritmo, alegría y movimiento dentro de las escenas narrativas y musicales de finales del siglo XV. Su mención temprana en el Cancionero contribuye a documentar la presencia del instrumento en la tradición musical ibérica y su papel en la vida cotidiana y festiva.

ESCALINATA. Denominación local documentada en la comarca de Tierra de Campos para un instrumento rústico de fricción perteneciente a la misma familia que la huesera, la ginebra o el arrabel. Está formado por una serie de huesos, cañas o palos dispuestos en paralelo y unidos por los extremos, que se cuelgan al cuello y se frotan con una tablilla o castañuela para marcar el ritmo. Su nombre podría aludir a la disposición escalonada de las piezas, semejante a los peldaños de una escalera. De uso tradicional en contextos festivos y campesinos, la escalinata mantiene el carácter rítmico, sencillo y popular de los idiófonos de fricción peninsulares.

ESCLAFIDORS Una de las denominaciones tradicionales para las castañuelas en lengua catalana, junto a castanyoles y castanyetes. El término, hoy en desuso, proviene del verbo esclafir (estallar, hacer un ruido seco), en alusión directa al sonido característico del instrumento.

ESCUDERO, VICENTE. Bailaor, coreógrafo y teórico de la danza española (Valladolid, 1888 – Barcelona, 1980). Figura capital de la modernización del baile flamenco, proyectó una imagen de danza masculina sobria, rigurosa y profundamente estilizada, sustentada en una concepción intelectual del movimiento. Su presencia en los escenarios internacionales desde la década de 1920 lo convirtió en un referente de la estética flamenca contemporánea, capaz de articular tradición y vanguardia.

La importancia de Vicente Escudero para la historia de las castañuelas radica en la centralidad que otorgó al instrumento dentro de su lenguaje expresivo. Su interés excedió el mero acompañamiento rítmico: concibió las castañuelas como una extensión sonora del cuerpo, capaces de dialogar con el zapateado y el braceo mediante una estructura musical propia. En 1928 llevó esta idea a un extremo innovador cuando encargó unas castañuelas metálicas de aluminio y bronce, fabricadas a medida por herreros, cuyo estreno en la Salle Pleyel de París provocó sorpresa y opiniones encontradas. Aquella sonoridad nueva —más incisiva y proyectada, ajena al timbre cálido de la madera— permitía explorar dimensiones rítmicas que el bailaor entendía como parte de la modernidad del flamenco. La recepción ambivalente que causaron revela hasta qué punto su propuesta desbordaba las convenciones escénicas de su tiempo.

A lo largo de su trayectoria utilizó tanto castañuelas de metal como diversos modelos de madera, algunos de ellos firmados y conservados hoy en el MAE del Institut del Teatre, testimonios directos de su práctica personal. Estas piezas muestran la variedad de materiales que empleó para adecuar su timbre a la obra interpretada y a la intensidad del discurso rítmico que buscaba. La combinación de juegos metálicos y de madera evidencia su voluntad de experimentar con la paleta sonora del instrumento y su convicción de que las castañuelas podían asumir un papel protagónico dentro de la dramaturgia del baile.

En sus escritos —especialmente Mi baile (1947), Pintura que baila (1950) y el Decálogo del buen bailarín (1951)— se percibe una concepción estética que otorga al gesto sonoro una función estructural. Aunque no redactó un tratado específico sobre castañuelas, las referencias a la pureza rítmica, la autonomía del compás y la sobriedad del movimiento permiten comprender el lugar que ocupaban en su pensamiento artístico. Su práctica escénica confirmó esa visión: las castañuelas no eran ornamento, sino arquitectura sonora.

La relevancia histórica de Escudero se fundamenta, por tanto, en una doble aportación. Por un lado, transformó el imaginario del instrumento al ensanchar sus posibilidades tímbricas y expresivas mediante el uso de materiales no tradicionales. Por otro, dignificó su presencia dentro del baile flamenco masculino, integrándolo en un modelo coreográfico depurado y consciente de su capacidad comunicativa. Su definición como “el bailarín que hizo hablar a las castañuelas” resume con precisión la dimensión artística de esta contribución, cuyo eco continúa siendo fundamental para comprender la evolución del instrumento en la danza española del siglo XX.

ESTRALOQUEInstrumento tradicional gallego de percusión formado por un aparejo de madera con una o dos láminas móviles que, al ser agitado en el aire mediante un mango, hacen percutir estas láminas contra otra fija unida al mango, produciendo un sonido seco y entrecortado. Documentado por [Carpintero, 2010] como parte de la familia de idiófonos de entrechoque, el estraloque se relaciona con instrumentos como las castañuelas o las lapetas y tiene un uso principalmente lúdico o rítmico en la tradición popular gallega.

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F

FANDANGO, EL. Danza tradicional española en compás ternario, arraigada en la vida popular desde al menos el siglo XVIII y estrechamente vinculada al uso de las castañuelas. Su origen ha sido objeto de debate desde los primeros tratadistas: mientras algunos lo sitúan en la evolución de danzas peninsulares con posible sedimento hispanoárabe por su carácter melismático y su fraseo rítmico, otros autores del propio siglo XVIII señalaron que el fandango habría sido introducido por quienes regresaban de los territorios de Indias, lo que subraya su temprana circulación transatlántica. Aunque esas hipótesis no pueden confirmarse de modo concluyente, sí puede afirmarse que la danza adquirió su forma más reconocible en Andalucía, desde donde irradiaría hacia otras regiones, generando variantes como malagueñas, rondeñas o verdiales.
La música que lo acompaña se apoya de manera predominante en la guitarra, cuyo rasgueo sostiene una armonía descendente característica, mientras las castañuelas marcan con precisión el ritmo interno del baile. En ciertos entornos festivos —sobre todo en variantes malagueñas— se incorporaron otros instrumentos populares como el violín, la pandereta o pequeñas percusiones locales, aunque la estructura fundamental del fandango se mantuvo siempre anclada en la guitarra y el toque de palillos. Su compás, habitualmente en 3/4 o 6/8, permite una combinación de libertad expresiva y regularidad métrica que favoreció su expansión tanto en espacios domésticos como en celebraciones colectivas.
El entorno social en que se desarrolló el fandango fue eminentemente popular. Se bailó en cortijos, plazas, reuniones familiares, ventas y romerías, integrándose en la vida rural y urbana con un carácter festivo y, a ojos de algunos moralistas del XVIII, incluso excesivamente sensual. Esta percepción llegó a generar polémicas, documentadas por cronistas y viajeros de la época, aunque el baile no solo sobrevivió a tales reproches sino que alcanzó pronto la esfera culta. Músicos como Antonio Soler o Luigi Boccherini lo incorporaron a sus composiciones, lo que demuestra la vitalidad de un género capaz de transitar de la oralidad popular a la música académica sin perder su esencia.
En la tradición contemporánea, el fandango ha encontrado uno de sus núcleos más sólidos en Huelva, donde se ha configurado como un palo fundamental dentro del flamenco, manteniendo vivo el diálogo entre voz, guitarra y castañuelas. La persistencia del fandango en fiestas, academias de baile y celebraciones comunitarias muestra que su fuerza no radica solo en la antigüedad, sino en su capacidad para adaptarse a nuevos contextos sin renunciar a su identidad sonora. De ese modo, continúa siendo una de las danzas más significativas del patrimonio musical español, símbolo del encuentro entre ritmo, emoción y memoria colectiva.

FIRIFOLLOS. Adornos textiles de vivos colores que se colocan en las pulgaretas o castañuelas de Cervera del Río Alhama (La Rioja) durante la danza de la Gaita. Se trata de grandes rosetones o borlas de tela que cuelgan de los instrumentos, aportando un efecto visual de gran vistosidad al movimiento de los danzantes.  Además de su función estética, los firifollos cumplen un papel simbólico, pues identifican a quienes participan en el baile, reforzando el carácter festivo y ritual de la representación. Con el repiqueteo de las pulgaretas y el ondear de estos adornos, la Gaita adquiere un componente plástico y colorido que acompaña la sonoridad de gaitas y tamboril.

FLOREO. Término utilizado para designar un recurso ornamental en la ejecución de las castañuelas, basado en una secuencia rítmica de golpes delicados, decorativos y de carácter expresivo. El floreo no cumple una función métrica estructural, como el posticeo, sino que actúa como embellecimiento del discurso sonoro, aportando riqueza, dinamismo y elegancia a la interpretación.
En la técnica bolera, el floreo suele ser ejecutado por la mano dominante, intercalado entre redobles, acentos o silencios, y se caracteriza por su ligereza, agilidad y variabilidad. A menudo se emplea como adorno en las transiciones coreográficas o como preparación para una frase rítmica más marcada.
No existe una única fórmula de floreo: su forma puede variar según el estilo, la escuela o la intención expresiva del intérprete. En algunos casos puede implicar movimientos más amplios de muñeca o una cadencia más aérea en la caída de los dedos, buscando un efecto casi melódico dentro del ritmo.
Aunque su ejecución exige precisión técnica, el floreo requiere también sensibilidad artística, ya que su función es embellecer sin sobrecargar el discurso. Un uso excesivo o mal ubicado puede restar claridad al ritmo o diluir el carácter de la pieza.

FORDELA. Voz usada en algunas localidades de Navarra, especialmente en el valle del Roncal, para designar un pequeño pito o chasquido rítmico que acompaña al baile [P. Donostia]. El término se relaciona con recursos sonoros alternativos al instrumento propiamente dicho, cercanos a onomatopeyas o imitaciones musicales. Aunque fordela se emplea en este sentido, autores como Azkue y Lhande recogieron también denominaciones afines para designar chasquidos de dedos —kosketa— utilizados ocasionalmente en la jota o el fandango, aunque ausentes en los bailes vascos considerados más tradicionales.

FREAMUNDE, CASTANHOLAS DE. "Castanholas de Freamunde – Pedaço de Nós" es un grupo de música tradicional portuguesa originario de Freamunde, en el concelho de Paços de Ferreira. Se distinguen por interpretar música utilizando tablillas interdigitales —instrumentos tradicionales de madera— como eje central del espectáculo musical.

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G

GADES, ANTONIO. Bailarín y coreógrafo español (1936-2004), considerado una de las figuras más influyentes en la renovación de la danza flamenca y española del siglo XX. Su uso de las castañuelas destacó por la depuración técnica y la integración expresiva en montajes coreográficos de gran proyección internacional, donde convirtió este instrumento en elemento rítmico y dramático, alejándolo de un mero recurso ornamental.

GAITA, LA (Baile de). Es una danza procesional propia de Cervera del Río Alhama, en La Rioja, documentada desde el siglo XVI y ligada a las fiestas de Santa Ana y San Gil. Su origen estuvo en las soldadescas que acompañaban a las celebraciones religiosas y con el tiempo se consolidó como expresión identitaria del pueblo. Se ejecuta al son de dos gaitas navarras y un tambor, con dieciocho gaiteros que forman figuras como letras, cruces o estrellas, vistiendo el traje tradicional blanco con pañuelos y faja bordada.
Dentro de este contexto, las castañuelas —conocidas localmente como pulgaretas— cumplen un papel fundamental. Su repiqueteo constante marca el ritmo de los pasos, refuerza la percusión, y acompaña la transición entre las figuras y da cohesión al grupo. Adornadas con firifollos y cintas, tienen también un valor visual, ya que aportan vistosidad al movimiento de los danzantes. Además de su función musical y coreográfica, poseen una dimensión simbólica: portar y tañer las pulgaretas es signo de pertenencia al baile y a la tradición. Durante siglos fueron exclusivas de los hombres solteros, pero en la actualidad las mujeres las han incorporado en la Gaita Mixta, reivindicándolas como parte de su identidad compartida.

GNÀCCHER. Vocablo del dialecto modenés que designa las castañuelas, citadas en [Maranesi, 1869]. El término se recoge en la forma italiana nacchere y se califica como “strumento fanciullesco”, es decir, instrumento infantil, lo que sugiere un uso ligado al entretenimiento de los niños más que a la práctica musical culta o profesional. Esta referencia evidencia la pervivencia popular de las castañuelas en la región de Emilia-Romaña, donde el dialecto conserva denominaciones propias que conviven con el italiano estándar.

GINEBRA. Instrumento popular de percusión frotada, formado por una serie de cañas dispuestas en paralelo y unidas por los extremos, que se cuelga del cuello y se toca raspando con una tablilla o una castañuela. Su sonido, seco y rítmico, se utiliza tradicionalmente para acompañar villancicos, danzas y celebraciones invernales. El Diccionario de Autoridades la define como “instrumento grossero, inventado solo para hacer ruido”, compuesto por ocho o diez palos redondos ensartados por las puntas y tocados con otro palo “como de tambor”. En los repertorios etnográficos y museográficos contemporáneos se considera una variante de la huesera o arrabel, con la diferencia de que las piezas no son de hueso sino de caña. Está documentada en distintas regiones de la Península Ibérica, especialmente en el ámbito castellano y andaluz, donde mantiene su carácter rústico y festivo como expresión del ingenio popular.

GNACCHERA. (Italia, Toscana y centro-norte). Es un término dialectal femenino del italiano, especialmente usado en la Toscana, equivalente a nacchera, es decir, castañuela o instrumento musical rústico de percusión por entrechoque. La palabra es común también en otras zonas del centro-norte de Italia, como Véneto y Roma, donde aparece con formas variantes como gnaccara o gnucchera.
En su acepción principal, gnacchera designa un instrumento musical rústico, formado por dos piezas, generalmente de madera, que se golpean entre sí para producir sonido. Se menciona explícitamente en la correspondencia de Ottavio Falconieri a Magalotti, donde describe:
“Questa è in forma d’una gnacchera, ma più grande quasi il doppio, ed è divisa in due parti, come le medesime gnacchere.”
Aparece también glosado por Francesco Redi en sus Anotaciones al Ditirambo, donde se subraya la existencia de la forma veneciana gnaccara y se cita un modismo propio de los aretinos:
“I Veneziani dicono gnaccara. (Anco i Romani.) Tra gli Aretini non essere una gnacchera vale lo stesso che non essere una cosa di poco momento.”
Así, el término gnacchera, además de su sentido musical, adquiere en el habla popular un uso figurado que denota algo trivial o irrelevante, del mismo modo que ocurre en español con expresiones como “no vale ni una castañuela”.
Desde el punto de vista organológico, gnacchera designa un idiófono de entrechoque de origen popular, relacionado con las castañuelas y otros instrumentos similares del área mediterránea. Su uso en fuentes literarias del siglo XVII y XVIII confirma tanto su difusión como su arraigo en el imaginario rústico y festivo italiano.

GONZÁLEZ, INMA. Concertista y profesora de castañuelas.(Barcelona, España). Se formó con reconocidos maestros como Rosita Segovia, José de la Vega, Paco Romero y, especialmente, Emma Maleras, con quien mantuvo una estrecha colaboración profesional. Desde temprana edad mostró un notable virtuosismo, lo que le permitió integrarse al Coro de Castañuelas Emma Maleras. En 1984 inició su carrera como solista, faceta que continúa desarrollando activamente. 

GRECO, JOSÉ (1918–2000). Bailarín, coreógrafo y actor nacido en Montorio (Italia) y criado en Estados Unidos. Figura fundamental en la difusión internacional del baile español durante la segunda mitad del siglo XX. Fundó su propia compañía, José Greco and His Spanish Dance Company, con la que recorrió los principales teatros de Europa y América desde finales de los años cuarenta. Su repertorio integró piezas de flamenco, danza estilizada y bolero, en las que el uso de castañuelas era un elemento distintivo de la puesta en escena, tanto en solos como en números de conjunto. Colaboró con artistas como Lola de Ronda, Nana Lorca y otros intérpretes destacados de la escuela española. Su estilo, de fuerte proyección escénica, consolidó la imagen internacional del baile español con castañuelas como símbolo visual y sonoro.
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Cómo citar: 
S. Polo, Daniel / Fecha de acceso/Título de la entrada o artículo/Enciclopedia de Las Castañuelas y otros idiófonos de entrechoque. https://enciclopediacastanuelas.blogspot.com/

Última actualización:06/12/2025






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Las tablillas de San Lázaro en la edad media.

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