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ALBUCHE DE CANA. Gal. Denominación gallega documentada por Pablo Carpintero para un instrumento hecho con cañas dispuestas paralelamente y unidas por los extremos, semejante en su forma a la ginebra o a la huesera. Se trata de un artefacto rústico que se toca raspando las cañas con una tablilla o una castañuela, produciendo un sonido seco y percusivo. Carpintero advierte, sin embargo, que en Galicia este objeto se considera más bien un juguete infantil que un instrumento musical propiamente dicho, ya que no ha podido documentarse su uso en relación con el canto o con la música instrumental. Aun así, el albuche de cana comparte con otras variantes peninsulares el principio de fricción y el carácter popular de los idiófonos construidos con materiales domésticos. Parece que el término no es de uso frecuente y se conserva sobre todo en registros locales.
AMELIO, SONIA (1941– ). Concertista mexicana nacida en Ciudad de México, considerada la mayor crotalista del mundo. Sonia Amelio ha transformado las castañuelas en un instrumento solista dentro del repertorio sinfónico, fusionándolas con danza clásica y ejecución pianística. Desde su niñez mostró una prodigiosa capacidad interpretativa, que la llevó a escenarios internacionales y a trabajar con partituras de compositores como Beethoven, Paganini y Tchaikovsky, adaptadas al uso de castañuelas.
Su propuesta artística, a la que denomina “crotalogía sinfónica”, consiste en ejecutar obras musicales con castañuelas mientras interpreta coreografías de alto nivel técnico. Ha grabado discos y programas especiales con repertorio clásico y piezas inspiradas en la tradición mexicana, como Saro Badullapa Gúini. Su proyecto humanista “Cruzada del Arte por la Paz” ha llevado su arte a países de todos los continentes, elevando las castañuelas al rango de símbolo universal de diálogo cultural.
ANTIGÜEDAD DE LAS CASTAÑUELAS. A menudo se afirma que las castañuelas tienen una antigüedad de 2.500 o incluso 3.000 años. Esta idea es incorrecta. No existen pruebas arqueológicas, documentales ni iconográficas que respalden tal afirmación. Lo que sí existió en la Antigüedad fueron otros instrumentos de percusión de entrechoque, como los Krotala griegos o el crotalum romano, que se han confundido erróneamente con las castañuelas modernas. Las castañuelas, entendidas como dos conchas unidas por un cordón y tocadas con los dedos, no aparecen hasta finales del siglo XV o principios del XVI en la Península Ibérica. A partir de ese momento se documenta su uso en contextos populares y posteriormente en la danza teatral y el repertorio escénico. El mito de su antigüedad proviene de una identificación superficial con otros idiófonos antiguos, sin tener en cuenta las diferencias de forma, técnica y función. La organología actual sitúa el origen de las castañuelas en la Edad Moderna, como una evolución específica dentro de los instrumentos de entrechoque ibéricos. Para saber más: LAS CASTAÑUELAS FENICIAS FALACIA AD POPULUM.. ¿Tienen las castañuelas 2.500 años de antigüedad?
ARRABEL. Denominación popular aplicada a un instrumento rústico de percusión frotada, formado por una serie de huesos, cañas o palos dispuestos paralelamente y unidos por los extremos, que se cuelga al cuello y se toca raspando con una tablilla o una castañuela para producir un ritmo seco y entrecortado. Está documentado en la Meseta y en otras regiones castellanas, donde aparece mencionado en repertorios de folklore y en estudios etnomusicológicos como sinónimo de huesera o ginebra. Su nombre puede confundirse en algunos textos con el rabel, instrumento de cuerda frotada, por lo que debe atenderse al contexto regional y a su carácter de idiófono. Empleado en villancicos, rondas y danzas campesinas, el arrabel conserva el mismo principio sonoro y la función rítmica que sus variantes de hueso o caña, representando una de las manifestaciones más antiguas de la percusión popular peninsular.
ARRAÑUELAS. El término arrañuelas designa, en ciertos contextos populares y regionales, un instrumento de percusión de entrechoque muy semejante a las castañuelas. Su uso está documentado en Extremadura, especialmente en la localidad de Montehermoso, donde forma parte de las celebraciones rituales del día de San Blas.
En estas festividades, las arrañuelas acompañan a las danzas de los llamados “Negritos”, evocando un ambiente de gran intensidad sonora y simbólica. Una de las menciones más valiosas se encuentra en el libro Lo pastoril en la cultura extremeña de Simón Guadalajara Solera, publicado por la Diputación de Cáceres en 1984. Allí se recoge una copla que alude de forma directa al instrumento: «Al oír las arrañuelas / la genti mira pa atrás, / creyendo que eran los Negros / la mañana de San Blas.»
Esta décima popular confirma la existencia del vocablo, y su asociación con contextos festivos marcadamente rurales y comunitarios.
Las arrañuelas, al parecer, eran percibidas como un instrumento sonoro distintivo que anunciaba el inicio de la danza o el paso de los danzantes, provocando la atención inmediata de los presentes. No se trata de castañuelas en el sentido técnico moderno, sino más bien de un tipo de tablillas —posiblemente de factura artesanal y uso rítmico— que acompañaban la música de flauta y tamboril, al modo de los idiófonos de entrechoque populares.
Su nombre, aunque no recogido por los diccionarios académicos, se inscribe dentro de una rica variedad de denominaciones vernáculas que incluyen formas como tarrañuelas, pitos o pulgaretas, propias del ámbito hispánico rural.
La presencia del vocablo en un estudio etnográfico regional, respaldado por la tradición oral y el testimonio poético, confiere a arrañuelas un valor documental relevante en el estudio de los idiófonos tradicionales de la Península Ibérica. Su carácter local, ligado al calendario festivo y a la música de danza, lo convierte en una muestra significativa de la diversidad terminológica que caracteriza a los instrumentos de percusión populares.
ARXALUAK. Denominación tradicional en euskera utilizada para referirse a las castañuelas o instrumentos de percusión equivalentes en el ámbito vasco. La voz figura entre los términos que en Euskal Herria designan idiófonos de entrechoque, junto a formas como kastainetak, kriskitinak o kaskainetak, utilizados históricamente para nombrar piezas que se golpean entre sí para producir sonido rítmico.
En el contexto de la música y la danza populares vascas, arxaluak remite a instrumentos que, por su configuración básica, se asemejan a parejas de tablillas que se sostienen entre los dedos y se hacen colisionar para articular un pulso sonoro. En algunas zonas históricas se emplearon materiales diversos, incluyendo madera y piedra, y se documenta que variantes de este tipo acompañaban a fandangos, arin-arin y otras manifestaciones musicales dentro de repertorios festivos tradicionales.
En fuentes etnográficas vinculadas a la obra de recopiladores como Aita Donostia se recoge que arxaluak también designaba, en contextos más informales, trozos de vajilla de barro que los niños utilizaban como objeto de juego, evidenciando una superposición léxica entre el uso musical y lúdico del término.
Si bien en épocas anteriores este tipo de idiófono tuvo presencia en ciertas celebraciones y prácticas dancísticas, la utilización de arxaluak como instrumento de baile no se mantiene como una práctica extendida en la actualidad.
En el contexto de la música y la danza populares vascas, arxaluak remite a instrumentos que, por su configuración básica, se asemejan a parejas de tablillas que se sostienen entre los dedos y se hacen colisionar para articular un pulso sonoro. En algunas zonas históricas se emplearon materiales diversos, incluyendo madera y piedra, y se documenta que variantes de este tipo acompañaban a fandangos, arin-arin y otras manifestaciones musicales dentro de repertorios festivos tradicionales.
En fuentes etnográficas vinculadas a la obra de recopiladores como Aita Donostia se recoge que arxaluak también designaba, en contextos más informales, trozos de vajilla de barro que los niños utilizaban como objeto de juego, evidenciando una superposición léxica entre el uso musical y lúdico del término.
Si bien en épocas anteriores este tipo de idiófono tuvo presencia en ciertas celebraciones y prácticas dancísticas, la utilización de arxaluak como instrumento de baile no se mantiene como una práctica extendida en la actualidad.
ARRABEL
ATTABALES. Nombre aplicado en el siglo XVIII a las castañuelas con mango. El término aparece documentado en diccionarios y tratados de música y lenguaje de finales del siglo XIX [Jacquot, 1886]; [Pedrell, 1894]; [Caballero, 189]), donde se registra como denominación histórica de estas variantes de idiófonos de entrechoque.
AVILIPINTI, EL. Baile citado por [Vélez de Guevara, 1641], dentro de la célebre enumeración de danzas y diversiones que el demonio se atribuye haber traído al mundo. Allí figura junto a la zarabanda, la chacona y otros bailes populares, descritos con un tono burlesco y satírico, como invenciones infernales destinadas a perturbar la sociedad. [Cotarelo, 1911], recoge también la referencia, anotando que aparece mencionado como “avilipinti” o “avilipinta” y señalando otras menciones dispersas que, sin embargo, no concreta.
Nada se sabe con certeza acerca de la forma del avilipinti, ni de su ritmo ni de su coreografía, aunque por su inclusión en esta nómina de bailes desenfrenados y de aire popular puede conjeturarse que se trataba de una danza viva, de carácter jocoso, quizá cercana en espíritu a la zarabanda o a la chacona, donde las castañuelas no estarían ausentes.
La sola mención en una obra literaria, sin descripción posterior, lo convierte en uno de esos bailes fantasmales del Siglo de Oro, conocidos más por la sombra de su nombre que por la realidad de su práctica, evocando con ello la efervescencia de un tiempo en que las danzas se multiplicaban, mezclaban y a menudo escandalizaban.
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BANDURRIA DE HUESOS. Conjunto de huesos planos, generalmente costillas de animal, unidos mediante una cuerda o cordel, que el ejecutante sostiene con ambas manos para hacerlos chocar entre sí. De uso principalmente infantil o festivo, ha sido documentado en algunas regiones rurales de la península ibérica, especialmente en Castilla, León y Extremadura, como instrumento popular de ocasión, en contextos lúdicos o de carnaval. Aunque su nombre recuerda a la bandurria (cordófono pulsado), no guarda relación organológica con ella. También se la conoce como huesera. Su timbre es seco y entrecortado, y su técnica de ejecución se basa en el movimiento alternado de las manos, que provoca el entrechocar rítmico de las piezas óseas.
BANDÚRRIA D’OSSOS. Cat. Denominación catalana que designa un instrumento rústico formado por una serie de huesos, generalmente de pata de ave, dispuestos en paralelo y atados por los extremos con cordeles, de manera que el intérprete puede colgárselo al cuello. Se toca frotando o rasgueando los huesos con una castañuela o una tablilla, produciendo un sonido seco y percusivo característico de los idiófonos de fricción. Su estructura y función coinciden con las de la huesera o la ginebra, aunque el nombre bandúrria d’ossos alude metafóricamente a su apariencia alargada, semejante a la del instrumento de cuerda.
BARAS, SARA. (n. 1971) — Bailaora y coreógrafa gaditana formada con su madre, Concha Baras. Inició su carrera profesional en los años ochenta y fundó el Ballet Flamenco Sara Baras en 1998. Su repertorio combina baile flamenco y danza estilizada, con un sello propio de precisión rítmica y gran teatralidad. Diversas fuentes gráficas y críticas documentan el uso ocasional de castañuelas en algunos de sus espectáculos, especialmente en piezas de baile clásico español dentro de montajes como Carmen o Voces. Su incorporación de este instrumento mantiene la conexión con la tradición escénica del baile español anterior al siglo XXI.
BELAPELLA. Según [Pedrell, 1894], nombre aplicado a "castañuelas" indias en forma de pequeños címbalos metálicos.
BIZARRO, EL. Baile documentado por [Cairón, 1820], quien lo presenta como originario del Reino de Granada. Según su testimonio, el bizarro no se distinguía esencialmente del fandango, tanto en el compás como en los movimientos, salvo por la peculiaridad de introducir, cada siete compases, una suspensión que interrumpía momentáneamente la danza antes de retomarla de nuevo en la forma del fandango. Esa breve pausa rítmica otorgaba al bizarro un carácter propio dentro del vasto universo de los bailes derivados o emparentados con el fandango, tan abundantes en la tradición andaluza. La denominación de bizarro sugiere quizá un aire gallardo y animoso, en consonancia con el espíritu altivo que la literatura y la lengua asociaban al término.
Aunque la descripción de Cairón es la única que se conserva, puede imaginarse que, como en otros fandangos de Granada, las castañuelas desempeñaban un papel fundamental, marcando con sus sones ágiles tanto el ritmo continuo como el instante de suspensión que singularizaba al baile.
BOLERO, RA. Según el DRAE, 2. m. y f. desus. Persona que ejerce o profesa el arte de bailar el bolero o cualquier baile regional de España. 4. m. Aire musical popular español, cantable y bailable en compás ternario y de movimiento majestuoso. a lo bolero 1. loc. adv. desus. Con movimientos parecidos a los de quien baila el bolero.
BONES. También conocidos como rhythm bones, son un instrumento popular de percusión que en su forma original se compone de un par de huesos de animales —principalmente costillas o huesos largos—, aunque hoy en día suelen fabricarse en madera e incluso en metal (cucharas). Se ejecutan sujetando dos piezas en una mano y entrechocándolas rítmicamente. Documentados desde la Antigüedad en China, Egipto, Grecia y Roma, los bones pasaron a Europa y luego a Norteamérica, donde llegaron con inmigrantes irlandeses y de otras procedencias europeas. Se usan en géneros como la música tradicional irlandesa y escocesa, el blues, el bluegrass, el zydeco, la música franco-canadiense y la de Cabo Bretón (Nueva Escocia). En Inglaterra su uso es antiguo: ya aparecen citados por Shakespeare en Sueño de una noche de verano (acto IV), y figuran en mascaradas cortesanas descritas por Inigo Jones bajo el nombre popular de knicky-knackers, posible deformación de nakerer. También se documenta su empleo burlesco por ministriles medievales y su parentesco con las castañuelas en algunas fuentes.
BULLICUZCUZ, EL. Baile enigmático del Siglo de Oro, del que apenas se conservan noticias literarias. Su nombre aparece en [Quevedo, 1699], donde figura en un cantar burlesco con la repetición jocosa de sílabas y onomatopeyas: “Zarabulli, ay bulli, bulli, de zarabulli, Bullí, cuz, cuz, De la Vera-Cruz…”, en el que el movimiento corporal, el zambullirse en la danza y la agitación alegre parecen evocados con desenfado.
Asimismo, [Vélez de Guevara, 1641] lo incluye en la célebre relación de bailes que el diablo dice haber traído al mundo, junto a la zarabanda, la chacona y otras danzas festivas y desvergonzadas, lo que confirma su asociación con la esfera popular, jocosa y carnavalesca. [Cotarelo, 1911], vuelve a consignarlo como uno más de aquellos bailes del siglo XVII que, pese a la mención literaria, carecen de descripción coreográfica concreta.
No se conocen más detalles de su forma, compás o gestualidad, pero tanto por el juego sonoro de su nombre como por el contexto en que se cita, el bullicuzcuz debió de ser una danza movida, de ritmo vivo, marcada por el bullicio y la gracia popular, donde las castañuelas, inseparables de estos bailes, tendrían lugar natural en la animada sonoridad que sugiere.
Asimismo, [Vélez de Guevara, 1641] lo incluye en la célebre relación de bailes que el diablo dice haber traído al mundo, junto a la zarabanda, la chacona y otras danzas festivas y desvergonzadas, lo que confirma su asociación con la esfera popular, jocosa y carnavalesca. [Cotarelo, 1911], vuelve a consignarlo como uno más de aquellos bailes del siglo XVII que, pese a la mención literaria, carecen de descripción coreográfica concreta.
No se conocen más detalles de su forma, compás o gestualidad, pero tanto por el juego sonoro de su nombre como por el contexto en que se cita, el bullicuzcuz debió de ser una danza movida, de ritmo vivo, marcada por el bullicio y la gracia popular, donde las castañuelas, inseparables de estos bailes, tendrían lugar natural en la animada sonoridad que sugiere.
BYAKUSHI. Según documenta [Pigott, 1909], instrumento de percusión japonés formado originalmente por nueve piezas largas de madera dura con forma de tablilla, unidas mediante un cordón y empleadas como crótalos o palillos de choque. Su función era la de producir un sonido rítmico característico dentro de determinadas prácticas musicales y teatrales. Con el paso del tiempo, la madera maciza fue sustituida por el bambú, material más ligero y flexible, aunque manteniendo la misma disposición encadenada de las tablillas. El byakushi pertenece al grupo de los instrumentos de golpe directo, semejantes a las castañuelas y a otros útiles rítmicos que, al enfrentarse entre sí, producen una resonancia seca y penetrante, concebida para marcar el compás con claridad en el conjunto musical japonés.
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Cómo citar:
S. Polo, Daniel / Fecha de acceso / Título de la entrada o artículo / Enciclopedia de Las Castañuelas y otros idiófonos de entrechoque. https://enciclopediacastanuelas.blogspot.com/
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Última actualización:01/11/2025
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